martes, 27 de agosto de 2019

Materiales empleados en Patrimonio edificado: Sascab( Polvo de piedra).

Foto: Sascabera maya.
Fuente: wikipedia
En las anteriores colaboraciones para el Blog Contrafuerte, hemos hablado de dos materiales fundamentales y sumamente importantes para el Patrimonio edificado, a saber: La piedra caliza y La madera. Toca el turno a un material no menos importante y único en su tipo, al menos para la Península de Yucatán, pudiendo encontrarse materiales con características similares a lo largo de todo el territorio nacional, de acuerdo a cada región y tipo de geología y suelos.
Hablamos del Sascab, también se acepta escribirlo como Saskab, y su origen viene de la palabra maya: Sahkab, que significa tierra blanca. Este es el material por excelencia empleado por los pueblos originarios de la península y màs allá de ella, en los dominios del gran pueblo maya que se extendió en un área aproximada de 350,000 km2, comprendiendo los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, y parte de Chiapas y Tabasco, el territorio de Belice y el centro y norte de Guatemala, así como la frontera noroccidental de Honduras. Bueno pues en toda esa amplia región, se empleaba el Sascab para preparar mezclas para la construcción de los edificios y caminos o calzadas llamados sacbé, que hoy admiramos.
Químicamente hablando, se trata de una roca calcárea deleznable, disgregable al tacto o compresión, por la que se le describe como una caliza descompuesta, brecha, o una mezcla de cal usada por los mayas. Los yacimientos abundantes de este material en Yucatán se llaman Saskaberas, verdaderos bancos muy apreciados hoy día, sobre todo por los ingenieros camineros, pues es excelente y superior para formar bases y subrasantes de carreteras.
En el pasado, en la época prehispánica y en la colonia, se utilizó como mortero en reemplazo de la cal viva o en colaboración con la misma, ya que podía emplearse en estado natural, sin necesidad de calcinarlo en hornos, su uso màs socorrido fue en la construcción de los caminos que unieron a las ciudades mayas como ya he mencionado, los sacbeob (plural de sacbé).
También se empleó mucho para fabricar cerámica pues es excelente para mezclar con arcilla (Cancáb o Kankab: tierra roja y agua) cuando el material está finamente triturado. En esta condición se empleaba para acabados más finos como los enlucidos, estucos o masillas que observamos en los sitios arqueológicos y los edificios coloniales.  
Estos materiales son de una durabilidad proverbial, tan solo en el Centro histórico de Mérida por ejemplo, se tienen edificios con màs de 479 años de antigüedad que aun conservan la argamasa que es el mortero original a base de sascab y cal viva (material del cual hablaremos en otra ocasión). Cabe mencionar que estos morteros no admiten el empleo de ningún cementante o material de origen cementoso, por los efectos indeseables que su empleo produce en los edificios patrimoniales.
La mezcla original o el mortero original se conoce como preparado “al tercio” y significa que por cada medida de cal viva se incorporaban tres medidas de sascab, en términos técnicos e ingenieriles tenemos entonces una liga al 6 por 1. Así “un terciado” consistía en preparar por ejemplo: dos latas de cal viva con seis latas de sascab, formando un mortero de excelente maniobrabilidad y trabajabilidad.
Al decir de los antiguos y habría que investigar al respecto, los mayas incorporaban además de estos materiales, claras de huevos y miel de abeja melipona o “jalea real”, formando una pasta cuyo manejo por parte del albañil maya resultaba excelente pues las claras y la miel servían como aglutinantes y cementantes naturales, benéficos para la legendaria durabilidad del mortero. Pero ese conocimiento desgraciadamente se ha perdido en la noche de los tiempos y en el devenir de las cosas. De tal manera que no hay registros de si el albañil de la colonia seguía a pie juntillas la proporción original maya, lo cierto es que tristemente hoy día, por desconocimiento muchos profesionales de la construcción usan inadecuadamente los morteros sustituyendo los de base cal por los de base cemento gris, dando al traste con las características y propiedades de la mampostería de piedra, pero ese será otro tema del que nos ocuparemos en otra ocasión, pues mucho hay que decir en términos de intervención patrimonial pero no se trata de hacer cansado el asunto. 
Foto: Archivo personal del Ing. Magdiel Leopoldo Cen Chab / Fracción de paramento con mortero de Sascab y cal viva, rajueleado de teja francesa, Época colonial. / Reserva Cuxtal, Ex Hacienda  Dzoyaxché, Mérida, Yucatán.

¿Y en donde empiezan a empatar unos con otros los materiales de los que hemos hablado?, bueno, poco a poco se van a ir enlazando, pues por ejemplo: el agua de mezcla de estos morteros provenían de los sancochos de las cortezas de arboles endémicos, como: El Chucúm (muy famoso hoy día entre los constructores actuales), el Pixoy, el Pepino Cat, etc.

Resulta que los sabios constructores mayas y sus herederos mestizos de la colonia, sabían que estos árboles soltaban con el sancocho, mucilagos que son unas especies de gomas benéficas para el funcionamiento, adherencia y durabilidad de los morteros, con lo cual, no es de extrañar que las mezclas duren siglos, contra lo “poco” que duran nuestros morteros contemporáneos con base cementosa.

Tal vez en otra ocasión abundemos un poco más sobre el asunto y las propiedades químicas y físicas del sascab, por ahora hemos sentado las bases del conocimiento de tan importante aglomerante o árido para uso de intervención patrimonial, y así iremos sumando y armando las piezas para entender como intervenir de manera adecuada, edificaciones donde el cuidado en el empleo de estos materiales es fundamental para un buen desempeño y resultado. 
Hasta una próxima ocasión.

viernes, 12 de julio de 2019

Materiales empleados en Patrimonio edificado: Madera.




Foto: Archivo personal del Ing. Magdiel Leopoldo Cen Chab / Techo de viguetillas sobre vigas de carga ornamentadas con canes de madera / Ex Aduana de Sisal, Yucatán.
La madera ha sido, es y será un material muy noble y elegante, es un material cálido y altamente resistente a esfuerzos de torsión, tensión, flexión y compresión, por ello fue muy empleado en la construcción tradicional o colonial. Hoy día, para aquellos que intervenimos predios históricos, coloniales o que tienen que ver con el ámbito patrimonial, sigue constituyendo un material clave pues Junto con la piedra, constituye uno de los materiales de mayor uso en las edificaciones históricas, no solo de nuestro país, sino en todo el mundo. Aunque claro, tiene mayor resistencia a la tensión o flexión que a la compresión, lo cual la hace un material muy eficaz para contener y absorber los momentos flexionantes a los que se ve sometida.
En la época prehispánica ya se empleaba la madera como material de construcción y como herramienta auxiliar en el transporte de grandes bloques labrados de piedra caliza, se empleaba también en funciones estructurales como  vigas y dinteles o jambas de los vanos de accesos, techumbres, etc. en edificios mayas tan importantes como la dos veces construida Ciudad de Uxmal o Chichen Itzá, etc. donde aun hoy es posible atestiguar su empleo y permanencia a pesar del paso de los siglos. Lo cual nos dice que además de versátil, es un material muy duradero.
Los antiguos constructores mayas y mestizos eran muy sabios y así conocían que el corte de la madera debería hacerse solo en determinadas y muy específicas épocas del año, para que la calidad de la madera fuese la adecuada al ser empleada en la construcción. No hay que olvidar que ellos se guiaban por las llamadas Cabañuelas y por las fases lunares, que aunque a muchos de los actuales constructores les parecen cosas frívolas y de poco sentido común, tienen un significado profundo y probado, pero ese no es el tema en esta ocasión.
Luego vino la Colonia y con ello las innovaciones tecnológicas y los cambios en los sistemas constructivos, de tal manera que es principalmente entre los siglos XVI y XIX, cuando el empleo de la madera se generaliza o sufre un boom, las especies más empleadas fueron el Cedro y el Puctè, para la fabricación de vigas madrinas o cargadoras, de secciones importantes tanto en ancho como en peralte, el Cedro también fue muy usado para la fabricación de puertas y ventanas, se empleaban asimismo el Chaktè, el Chucúm, el Bojòm y el  Cholúl para vigas secundarias, vigas de arrastre y para viguetillas, el Granadillo para rollizos, el Jabín para canes y otros ornamentos menores, para marcos, alfeizares y ventanas, así como Zapote o Chicozapote en general,  para vigas y rollizos. Cabe destacar que este último se “importaba” de las selvas campechanas, sobre todo en la zona chiclera y maderera de Los Chenes.
De hecho, para fines del siglo XIX, fue común la importación de madera de chicozapote, caoba y cedro campechanos, y el pino ya se traía desde los lejanos Estados Unidos de Norte América, vía marítima.

Foto: Archivo personal del Ing. Magdiel Leopoldo Cen Chab / Entrepiso de rollizos sosteniendo losa Bah-Pec / Casona particular del Centro Histórico de Mérida, Yucatán.
Lo cierto es que como quiera que fuese, en toda la Republica Mexicana, en sus centros históricos y predios más representativos, Iglesias, baluartes, portales, edificios de gobierno, torres de reloj, etc. la madera tiene una preponderancia innegable, en ese tipo de edificaciones, hoy por hoy, es necesario saber manejarla, preservarla, conservarla y protegerla. Al momento de intervenir un predio u espacio patrimonial, se deben tener cuidados extremos, ya que la humedad puede haber inducido daños a los elementos portantes como vigas cargadoras o de arrastre y a los ornamentales como canes, a los rollizos o viguetillas y en ocasiones es necesario reponer piezas de características y secciones similares. Es altamente recomendable tratar la madera actual o de reposición, con pentacloroferanol o algún otro material que combata a los xilófagos de la madera, vulgo: termitas o comején, así como aplicar capas de pintura de esmalte para recubrirlos y sobre todo en los extremos que normalmente van embebidos en el grueso o ancho de los muros de mampostería y por lo tanto, están expuestos a humedad y variación de temperatura y por ende, al ataque de los mencionados xilófagos.
No hay reglas escritas en cuanto a la manera de proceder en cada caso, la mejor maestra es la experiencia misma y la pericia se va adquiriendo en el quehacer cotidiano para todos aquellos que tienen que intervenir o interactuar con proyectos de restauración y o conservación de edificios históricos, pero hemos querido aquí sentar algunas bases y lineamientos que les permitan adentrarse en este interesante tema y ampliar su conocimiento y capacidad de acción.
Y es que no estamos tocando la parte que corresponde al trabajo fino en madera como pueden ser los retablos y las imágenes de santería que conforman un apartado fino del uso de la madera, así como la fabricación de muebles de época.
Mucho hay que decir sobre la madera, pero no he querido hacer cansado sino interesante este articulo, y despertar el interés en tan importante material, para todos aquellos que gustan del Patrimonio edificado y de las intervenciones al mismo.
Hasta próxima ocasión y tal vez abundemos sobre el tema màs adelante. .

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